Click! - Capitulo 2

La mañana de las clases. Un nuevo día. Parece que el sol está brillando. Ocurren muchas cosas. Las clases, los trabajos, los almuerzos, los recesos. Realmente hay muchas cosas que están pasando por mi cabeza. Pero no puedo parar de pensar únicamente en esa persona. Es demasiado difícil detenerme. Pero tampoco quiero detenerme. No lo se. Es confuso. ¿Será que... mis sentimientos hacia él están cambiando? Hay algo en mi interior que hace que yo sea diferente, lo presiento. Hemos chocado. Él y yo estamos unidos. Pero... ¿por qué siento que hay algo que interfiere en nuestro camino?

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Marshall era un tanto diferente a otros chicos. Era mucho más hablador de lo normal, se reía mucho y hacía bromas algo sarcásticas pero divertidas. Su voz era la que más se escuchaba cuando la maestra se iba del salón o en un cambio de hora, hasta en las mismas clase. Era muy agradable, y siempre trataba de sonreír. La mayoría del tiempo se le veía feliz. Aunque lo extraño era que cuando no conversaba, se la pasaba jugando con su celular o simplemente haciendo una tarea atrasada. Me agradaba, pero no había hablado con él nunca. Parecía que yo no le interesaba lo suficiente como para hablarle. Después de todo yo era una chica. Aunque en cierto modo, de vez en cuando podía sentir su mirada sobre mi. A veces volteaba a verlo y me encontraba con que se me había quedado mirando, y al instante que notaba mi mirada se volteaba a hacer cualquier cosa. Me daba un poco de gracia, pero extrañes. Cake siempre me decía que podría estar mirándome por ciertas razones A-M-O-R-O-S-A-S. Yo trataba de no hacerle caso, después de todo yo no sentía nada por él. Ni lo conocía. Esperaba que Cake dejara de molestar.
En la clase de biología todo era un poco silencioso, excepto por las risas de los chicos. La maestra los callaba de vez en cuando, pero ellos no hacían caso. Yo y Cake hacíamos los experimentos que nos dejaba la profesora. Cake echaba ciertos líquidos en el recipiente, mientras que yo le indicaba que era lo que tenía que poner.
—Bien, chicas, veo que están haciendo un buen trabajo. Ahora les pongo su calificación cuando acaben —nos dijo la maestra, sonriendo.
Nosotras nos sorprendimos de nuestro esfuerzo, así que simplemente le devolvimos la sonrisa a ella.
Sentí que alguien nos estaba mirando. Volteé a ver. ¿De verdad era cierto? ¿Me estaba viendo? Fruncí el ceño, pero el no se giró. Me siguió mirando. Cruzamos miradas. Una especie de contacto visual. No podía quitar mis ojos de los suyos, y él tampoco de los míos. Al parecer era una especie de conexión... ¡Y quería salir de ella pero ya! Sacudí mi cabeza, para volverlo a mirar, muy avergonzada de mi misma. El se veía un tanto sorprendido de mi actitud. De repente pensé que me estaba volviendo loca. Me giré yo primera y acomodé mi gorra de conejo. Traté de tranquilizarme. Mi corazón latía muy rápidamente.
—Fionna —me dijo Cake. Al instante me desperté. La miré un tanto nerviosa, mientras que ella sorprendida de mi sonrojo—. Wow, ¿qué paso? ¿Por qué estás tan colorada?
—Yo... Nada, no pasó nada. ¿Qué ibas ha decirme?
—La maestra nos ha puesto un 8,5. Al parecer no habíamos puesto todo lo que teníamos que colocar y el líquido salió mal. La maestra se lo ha llevado para arreglarlo —escuché atentamente sus palabras, como si fuera de vida o muerte. De todos modos, necesitaba que alguien me tranquilizara—. ¿Estás segura de que estás bien? Estás demasiado roja como para estarlo.
—Estoy completamente bien, es solo que me sorprendí de que nos felicitaran.
—No lo creo... Dime que ha pasado.
—¡No ha pasado nada! —exclamé. Al parecer casi toda la clase me había escuchado, pero después todos volvieron a lo suyo. Pero ciertas miradas se clavaron en mi—. No ha pasado nada —susurré esta vez, para no llamar la atención.
—De acuerdo, no insisto porque de repente te da un ataque...
—Gracias.
La clase continuó con naturalidad, pero no pude evitar sentirme nerviosa cada vez que recordaba "ese" momento. No estaba acostumbrada a ese tipo de sentimientos. Me estaba sonrojando mucho cada vez que pensaba en "eso". Pero... ¿por qué me sentía tan nerviosa? ¿Me estaba dejando llevar por mis sentimientos? Los chicos no eran buenos. Apestaban y eran muy toscos. Por eso las chicas eran mejores que ellos. Y no trato de ser feminista, pero la verdad es que no quería enamorarme, aún no. No quería que el otro "eso" volviera ha pasar". Y con otro "eso" me refiero a un enamoramiento del cual no voy ha hablar aún.
—Creo que con la nota estamos bien, ¿no? —sonrió Cake. Yo asentí, pero no dije nada más—. Fionna, de verdad, ¿qué te ocurre? Estás muy rara.
—Realmente estoy bien.
—No, Fionna, dime —me miró seria. No podía negarme. Si no le hacía caso algo malo iba ha pasar. No me agradaba esa Cake, no cuando se molestaba.
—Hay... Ya. Es que —la mirada de Cake era curiosa, y no podía parar de reírme cuando la veía.
—¿Qué?
—T-tú cara. Deja de poner esa cara.
—Oh, lo siento. Sigue, sigue.
—Es... es que... él me ha mirado, demasiado. Y no pude evitar sentirme nerviosa. Fue extraño. Nunca me había sentido así. No estoy... acostumbrada a ese tipo de contactos.
—Fionna... —dio una pausa, yo la miré curiosa, pero no como lo hacía Cake— ...estás hablando de manera muy extraña, pero te comprendo. Eso me había pasado con Mono.
—Entonces, él y yo... ¡No! No quiero eso, ¡Cake!
—Tranquila, no pasa nada —dijo como si no fuera la gran cosa. A ella debía de parecerle algo sencillo porque tenía novio, pero para mi era algo nuevo, desconocía ese mundo—. Mientras no quieras que eso pase no pasará. ¿Él te miró de la misma manera que tú?
—No creo, yo estaba nerviosa y él muy calmado. Así que supongo que me miraba de manera normal. Pero no se porqué.
—Eso significa dos cosas: o interés en ti, o gusto, ya sabes a lo que me refiero.
—¡No! Yo no quiero eso, Cake.
—Cálmate. Ahora termina la clase y me cuentas más. Además, Marceline sabe mucho sobre estás cosas, hasta más que yo, de seguro que te ayuda.
—Ya que... Pero espero que me ayude para no terminar con ese chico.
—No pasa nada... creo.
Fue el momento en el que la campana sonó. Me saqué la bata que tenía puesta y salí junto con Cake a la cafetería, agarrando todos mis libros y la lista de ingredientes que debíamos traer para hacer el experimento de la clase de mañana. Pero antes de poder salir junto con Cake, alguien me impidió el paso.
—Fionna, ¿no? —me dijo él.
Levanté la mirada para ver a Marshall Lee, el chico de las miradas. Rodé los ojos tratando de parecer tranquila, pero por dentro estaba poniéndome nerviosa.
—Sí.
—Después de clases quiero hablar contigo en el patio trasero de la escuela.
—¿Conmigo? ¿Sobre qué?
—No es necesario hablarlo ahora, para algo te estoy pidiendo que sea en privado. No tardes, ¿quieres?
Luego de eso, apartó su brazo de la puerta y nos dejó pasar a mi y Cake. Al salir, ella me dijo:
—Ya veo porque te gusta tanto...
—¡Sh...! Eso no es verdad.
Cake y yo nos fuimos, en silencio, al comedor. No teníamos nada para hablar en el camino, después de todo ya en la cafetería podríamos hablar con Marceline mucho más.
El espacio de la cafetería era muy grande, espacioso y ruidoso. Casi todo el tiempo estaba lleno. Hasta las sobras servían como alimento cuando tenías hambre. Habían varias mesas redondas con muchas personas conversando y riendo. La verdad era muy bullera esa zona, pero era la única en la que podías hablar de lo que querías. Con toda la bulla nadie podía escuchar lo que decías, bueno, no tan exageradamente.
—Sentémonos ahí —señaló Cake—. Pero vamos primero por la comida.
—Obvio. Pero, ¿dónde está Marceline?
—Me dijo que tenía que hacer algo, así que no debíamos preocuparnos en buscarla por todo el comedor.
—De acuerdo, vamos.
Fuimos ha hacer la cola, Cake y yo estábamos algo cansadas, era algo larga, pero valía la pena. Al terminar nos sentamos en donde Cake había dicho y esperamos a Marceline.
—¿Crees que se tardará? —pregunté. Cake levantó los hombros.
—No lo se, a veces llega tarde y otras no.
—Vaya.
—Mira... Aya está ella —señaló a la entrada de la cafetería.
En esta se podía ver a Marceline, corriendo a toda prisa, con su bajo colgado como mochila. La saludamos con la mano, y ella hizo lo mismo, hasta llegar a nosotras.
—Hola, ya llegué.
—Se nota —dijo Cake.
—¿Y eso? —dije yo, señalando a su bajo—. ¿Por qué lo traes?
—Ah, ¿esto? Decidí traerlo para ensayar con la banda, reunirnos en el garaje de Bongo no es suficiente como para poder terminar todas las canciones a tiempo.
—Ya veo —respondí.
—Bueno, ¿de que quieren hablar?
—Fionna tiene un asunto importante —dijo Cake, me sonrojé al instante.
—Por tu cara, Fi, comprendo de que se trata todo esto. ¿Quién es el macho?
—Su nombre es Marshall Lee... Es nuevo, no se que me ocurre cuando lo veo. Cake sabe más sobre él que yo.
—Cake, ¿cuanto sabes sobre él?
—Bastante.
—¿Y cómo sabes cosas sobre él? —levantó una ceja.
—Es que lo conozco un poco, estudiamos en la primaria, cuando él era un poco más problemático que ahora —se rió.
—Comprendo, debes saber mucho de él. Bueno, la cosa es que a Fi le gusta, ¿no?
—¡No! ¡No me gusta! ¡Y no quiero que me guste!
—¿Estás muy segura de eso?
—Sip.
—Entonces hay que encontrar una manera para poder convencerte de que no puede gustarte. Si es eso lo que quieres, claro.
—Por supuesto.
—Entonces, veamos... Marshall Lee... Se me hace conocido. ¿Cuál es su nombre completo?
—Marshall Lee Abadeer.
—¡Abadeer! ¡Yo soy Abadeer, ¿sabías?!
—¿Cómo? —exclamó Cake—. ¡¿Son familia?!
—Sí, ahora que lo recuerdo. El es un primo lejano. De niños nos veíamos todo el tiempo. Pero ahora casi nunca nos vemos, pero la última vez que nos vimos compusimos una canción juntos.
—Dios, debí acordarme de su apellido y del tuyo. Lo siento —dije, avergonzada.
—Lo conozco más de lo que parece.
—Él ha invitado a Fionna ha hablar en el patio trasero, después de clases —mencionó Cake, le dirigí una mirada asesina y ella se rió.
—Pero no pienso ir... —respondí enojada.
—Tal vez sea algo importante. Deben ser asuntos que no tengan que ver con nada de lo que ahora mismo debes de estar pensando.
—Mala —dije haciendo una sonrisa forzada—. Yo no pienso en esas cosas. Simplemente no quiero ir porque supongo que va ha ser muy largo.
—Y van ha estar a solas, hablando, en privado, a solas, charlando, a veces en silencio... ¿ya dije a solas?
—Sí, sí que lo dijiste... —bufé.
—Vaya, Fionna, te cansas al instante de las bromas, ¿no?
—No creo que haya sido una broma.
—A ella no le gustan las bromas —dijo Cake, mientras me miraba, lamentándose de mis sentimientos.
—Bueno, eso no importa ahora. Después de todo vas ha tener que ir, y no puedes decir que no.
—Pues, ¿sabes que voy a decir?
—¿Qué?
—¡No!
—Vas ha tener que ir.
—Fionna —Marceline me miró de manera amenazadora, mientras que sonreía—, sabes que no me gusta cuando la gente no me hace caso, ¿verdad?
—Exacto...
—Entonces voy ha tener que convencerte... por las buenas... —me sonrió tiernamente, y por un segundo pensé que no me estaba amenazando—. O por las malas... —su mirar cambió de uno tierno a un amenazante.
—D-d-d-de acuerdo... Lo haré —dije, tratando de sonar calmada, pero mis nervios se notaban con solo escuchar mi voz—. Pero ahora, por favor, volvamos con lo de Marshall. Ya que son primos...
—Puedo ayudarte a que sepas sus puntos débiles.
—¿Cuales son? —pregunté.
—Déjame que te cuente —dijo de manera divertida.
Después de todo el almuerzo, tenía todo listo sobre lo que me había dicho Marceline sobre él. Estaba convencida de que no podría enamorarme de él, estaba muy segura.
Ahora estaba preparada.